Vemos necesario crear un debate público, para diseñar el Nuevo Edificio de San Juan
Hoy hemos dado a conocer un nuevo planteamiento para acometer transformaciones o construcciones de edificios emblemáticos y lugares históricos de nuestra ciudad. Desde EAJ-PNV, consideramos que ya va siendo hora, que en Irun se haga una política más abierta, transparente y sobre todo participativa. Unas políticas que se adapten a las nuevas formas de hacer, al futuro, que promueva debates constructivos para recoger ideas a la hora de diseñar nuestra ciudad; remodelar o construir edificios, adaptar entornos públicos, históricos y emblemáticos.
A lo largo de estos meses, desde EAJ-PNV hemos propuesto ideas para que Irun se oriente hacia un mejor futuro, con políticas abiertas y renovadoras, que respondan adecuadamente a las necesidades de la sociedad actual. Pero, parece ser que el actual gobierno socialista prefiere hacer oídos sordos, y seguir aplicando las políticas del pasado, ya caducas, y que, desde luego, no responden a lo que solicita la ciudadanía. Nuevamente Irun se encuentra con promesas políticas incumplidas, con más palabras que hechos, y cambios que no llegan. Porque no olvidemos lo que dijo el actual alcalde Santano en su discurso de investidura, el pasado 15 de junio, «abrir nuevas vías de participación y escucha. Porque cada opinión es importante, porque entre todos tomamos mejores soluciones». Aún hoy, los y las irundarras siguen a la espera de que lo dicho se convierta en hecho.
Ante esta realidad, aún a día de hoy, el gobierno socialista sigue planteando realizar un edificio, que compite arquitectónicamente con la casa consistorial y con la vista a la Ermita San Marcial, y que además, recoge aportaciones desfasadas y precarias de una participación que se realizó, allá en los años 2003-2004, hace 15 años, con una intervención de 2.000 irundarras de casi 62.000. Un proyecto, que más allá de lo estético, las desproporcionadas dimensiones neutralizan la delicada columna de San Juan Harri, estampa de la independencia de Irun frente a Hondarribia, de la cual apenas se separa 3 metros escasos, quitando así el protagonismo a un símbolo de nuestra historia. Es más, ocultaría también para siempre la vista de la Ermita San Marcial desde la Plaza San Juan. Parece que el partido socialista sigue ensimismado, rehuyendo el debate público y esta actitud nos inquieta mucho. Una ciudad no se debe construir según criterios particulares». Y ha lanzado la pregunta de; «¿Qué piensan los y las irundarras? ¿Están dispuestos/as a que nuestro patrimonio histórico quede relegado y anulado por un edificio de oficinas?. Nosotros desde luego lo tenemos claro, la ciudadanía debe opinar, los nuevos edificios como la transformación de espacios históricos, no pueden ir en contra de la propia esencia e identidad de nuestra ciudad.
Tanto es así que, teniendo en cuenta que el gobierno municipal presentó a finales del 2019 el proyecto de Presupuestos para el 2020, la cual destinaba una partida plurianual de 8 millones de euros a la construcción de ese edificio, propusimos aplazar un año su construcción, para poder abordar y solucionar otras cuestiones más urgentes, sociales, de movilidad, comercio local, etc. Y además, poder realizar así, una consulta abierta a la ciudadanía durante el 2020, una vez se presentaran las diversas alternativas, del concurso de ideas que creemos que se debería desarrollar. El paso de las generaciones y el desarrollo de nuestra propia ciudad ha ido avanzando y no nos podemos conformar con un planteamiento de hace tantos años. Una propuesta que fue rechazada por el gobierno pero que finalmente, conseguimos que en el Pleno de Presupuestos, el gobierno municipal se comprometiera verbal y públicamente a pedir a la empresa ya adjudicada, más de una alternativa del proyecto. Esperamos que cumplan con su palabra y que sobre todo la ciudadanía como los grupos políticos podamos opinar. Porque un edificio que se vaya a ubicar en pleno centro de Irun, debe incorporar la participación ciudadana, por su relevancia, por su cuantía, por su simbolismo, un urbanismo vivo.
En esa misma línea, durante años hemos podido comprobar que cuando el gobierno socialista habla de participación en proyectos a desarrollar en la ciudad, se refiere a la legitimación de sus propuestas. Es decir, informan al público de sus intenciones, realizan algún sondeo dirigido con un objetivo establecido, que cumpla con sus intereses, etc. Y a eso, desde nuestro punto de vista, se le llama cumplir expediente. Eso no es fomentar la participación, no es una nueva forma de hacer política, no es futuro, no es progresión, no es lo que las personas reclaman. Para que la participación funcione y se convierta en cultura, debe ser real: la intervención de la ciudadanía debe ser activa en todas las fases del proceso. Por ejemplo; identificar problemas y necesidades, determinar prioridades, definir objetivos, intervenir en el diseño…
Es más, para finalizar, hemos evidenciado que este no es un caso aislado, lo mismo ocurre con la plazoleta del Junkal, el nuevo edificio de las Termas Romanas, la rehabilitación de la antigua biblioteca en Ikust-Alai. Son trabajos que el gobierno socialista realizara sin haber realizado ninguna acción de participación y sin consensos ni acuerdos políticos. Esta no es forma de hacer ciudad, no es ejemplo de colaboración, ni es la vía para que Irun sea la ciudad que merece ser.